Dejadme que sienta la intuición
y halle en mi entraña
el tic-tac acompasado de la luz
y el sentido interno,
que marca la sombra.
Ambas se complementan
uniendo la realidad y el sueño,
el abismo y la cima,
que duermen en el alma de la rosa.
Dejadme que me vista de blanco,
inocente y callada,
como página anónima
esperando el inefable encuentro
con la inspiración.
La poesía me abrirá ventanas
y perspectivas,
que no ve la lógica arrogante,
apoyada en la soberbia
y la razón.
Dejadme, de nuevo, SER;
soñar la inmensidad,
impulsar mi ala oscura de gaviota
sobrevolando los tejados
de la nostalgia.
Dejadme izar velas al sol;
mirar de frente al horizonte
y fluir, como fluyen
los trinos al alba.
Dejadme abrazar la memoria y el olvido, retomar la inocencia y hallar
en la montaña y el lago
la inspiración y el eco.
Dejadme que ignore el miedo, el ego y el rencor,
que deshoje la tristeza de un poema
y forme un manojo de silencios
para lanzarlos al aire
libres, como estrellas
y lejanos sueños.
Dejadme que descubra mis límites
y repose en el regazo de la humildad,
donde habita el bálsamo y el maestro.
Dejadme empezar una y mil veces,
mientras trasciende el alma,
soñando en un sueño.
Sólo el alma siente,
sólo el alma sabe,
que existe el amor,
pero no existe el tiempo.
Imagen de Google.
Madrid 20-junio-2023
M.Jesús Muñoz