evocando con nostalgia tus principios,
como antigua cuenca cuaternaria desecada
y desértica con vocación camaleónica.
¡¡Cuántas veces te has transformado y renovado!!
El lobo y la oveja reviven sus hábitats contigo;
llanura elevada, tierra seca y quemada,
dehesa y pasto de ganados, gran bosque de encinas,
trigal y universal viñedo de labriegos sufridos.
Cervantes te eligió como paisaje de su obra
mostrando caminos y cañadas trashumantes,
donde los caballeros de sus sueños lidiaban
y nos devolvían a legendarias épocas.
Eligió tu lenguaje llano, sabio y profundo
para mostrar los refranes populares y su filosofía de vida.
Hiere tu humilde sobriedad, tierra manchega;
esa grandeza desnuda e infinita que exhibes, sin pudor,
mostrando tus venas y surcos secos, anhelando el agua.
Te sabes limitada e infinita, te acunas paciente con manos rudas,
mirándote en el espejo de Alonso Quijano y de Sancho;
soñando y pisando tierra, batallando y cayendo.
Esa hidalga y bendita locura, que la vida transformó
en cordura entrañable y realista; pura catarsis del alma manchega.
Oigo tus suspiros y tus cuitas, te intuyo y te entiendo.
Duermen aún tus sueños en tus parques y humedales,
donde bandadas de garzas, patos
y ánades tratan
de eternizar el tiempo ante la implacable sequedad del clima
que les reta con su mirada caduca y fría.
Llaman tus campanas, con tesón, habitantes nuevos,
mientras se amontonan tus casas vacías en tus viejas calles;
agoniza el recuerdo, la tradición y el puchero
descascarillado, obsoleto y cansado, emite en el fuego
sus últimos y moribundos estertores.
Aguantan, estoicamente, tu racimo y tu espiga;
héroes a campo abierto vigilando al pistacho,
nuevo “okupa” con vocación de arrasar de forma
imperialista tu sagrado suelo milenario.
El ego materialista y superficial del ser humano ha difuminado
el idealismo de tu espíritu, que se adormece en tus ríos y
sierras, incapaces de inspirar y sentir el trigo dorado
del alba y el vino apasionado del crepúsculo al atardecer.
Mi tierra grita en silencio, reclama mentes y corazones;
hidalgos,
que cabalguen sobre su hastío y dejadez
y devuelvan a su espíritu fortaleza y grandeza interior
que se extienda infinita a lo largo de los siglos.
Imagen de Google: Castilla la Mancha.
Corral de Almaguer 7-XI- 2024
M.Jesús Muñoz