Podaron tus ramas,
cortaron tu copa,
te dejaron desnudo
aterido
y sin hojas...
dolía verte, sentir tu silencio
de largos días y horas...
Fuiste un Cristo
en la ladera,
dentro de un andamio,
encerrado,
en primavera
Hice mío tu dolor, tu silencio
y tu espera.
Un buen día de verano,
desarmaron hierros
y planchas del andamio...
se abrió tu encierro
y feliz respiraste
liberado...
Respiré contigo,
mientras la savia, jubilosa,
corría en tu tronco
y despertaban en mi huerto
revuelos de mariposas...
Supe que esas blancas alas
a los dos nos traían nuevas cosas...
El sol acarició tu resistencia,
abrazó tu temple
y besó tu infinita grandeza,
que apuntaba hacia arriba
con inocencia
y nobleza.
El milagro estaba ahí,
despertando la consciencia...
Ramitas y hojas se dieron cita
en tu hermoso tronco,
que escuchó extasiado
el canto vespertino
de un viejo pájaro...
...Y la luz nos deslumbró a los dos
más allá de los tejados...
Mi alma abrazó tu maestría,
tu humilde y preciado ejemplo,
que, en silencio, me enseñó
tu entrega y paciencia
latiendo sin tiempo.
Cada día respiramos, sentimos
y agradecemos juntos
que, después del dolor,
la vida nos regala
la luz...La luz reflejo del AMOR...
Imagen de Google.
Corral de Almaguer 16-octubre-24
M.Jesús Muñoz.