El viento rasgó la piel
con sus mil caballos blancos,
que volaban
al tropel
en la estela de un milagro.
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El milagro era la luz,
que explosionó en la penumbra:
mil soles
en noche
azul
movió la piedra y la tumba.
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La tumba se abrió al espectro:
caras de un sueño divino,
mil lunas
en cielo
abierto,
que pintaban el destino.
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El destino se hizo "reto"
y el alma temple y coraje
frente
a mil dudas,
sin miedo,
al tren sin vía y sin viaje.
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El viaje era el sentimiento,
que escapaba sin permiso:
mil palomas
en el tiempo
sobrevolando el abismo.
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El abismo era LA VIDA
en las pupilas de Dios,
acunando
allá en la cima
aquella ermita de amor...!!
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Madrid-30-enero-2012
M.Jesús Muñoz