LA DICHA.

Como río dilatado,la dicha
brotó libre, ligera en mi interior,
fué saltando
por todas
las laderas
en letras de canto y piedra viva,
que templaban la herida y el dolor
y volaban 
a infinitas
 esferas.


Fue mi dicha noche y armonía,
que latía en todos los rincones,
acunando 
el corazón
de la tierra,
que dio cuerda al reloj de la vida
y voz a la luna en los balcones
cristalizando
un beso
y un poema.


El grito del alba fue mi dicha,
que rescató la luz de la memoria,
desdoblando
los manteles
del cielo
en las alas de una gaviota herida,
que retornaba al mar de su historia
cubriéndolo
de azul 
y sentimiento.


No importaba ya nada, ni nadie,
mi dicha era río y era mar
fundidos
en las letras
de mi entraña,
que saltaban en cantos de la tarde,
crepúsculo de amor e inmensidad
ardiendo
en el paisaje
de tu alma.


Imagen Darlowo, Polonia.(Internet)
Madrid-13-abril-2012
M.Jesús Muñoz