Un ruiseñor hace nido en mis ramas
es testigo del grito de luz,
que une la noche y el alba.
Cuando pinta el cielo sus nubes negras
y en acorde tiemblan,
ya, mis hojas
blancas;
él es tempo de mis notas internas,
y equilibrando el ritmo
¡canta y me calma,
me calma y canta...!
Hay seísmos que prueban mis raíces,
resquebrajan mi tronco y mi entraña.
Su gorjeo, entonces,
de caricia,
y medicina
me sirven:
¡canta piano,
pianíssimo canta...!
y las heridas
cicatrizan y sanan.
Si la primavera volátil, viajera,
abre mil amapolas en mi piel
y ardiente,
el verano,
las marchita
y las quema.
Me llega dulce, su canto de miel,
ambrosía, que aclara mi cielo
y alimenta mi tierra
manchega.
Un ruiseñor hace nido en mis ramas,
canta al alba
y a la noche canta.
Cuando el invierno paralice
mis sueños
y difumine la luz
de mi infinito viaje.
Su canto será llama,
palabra
y aliento;
encenderá mi paisaje,
me inspirará el poema
y besará la savia
de mi sentimiento.
Imagen de Google.
Madrid 11-abril-2021
M.Jesús Muñoz