Una lágrima resbala
desde los ojos del cielo
a los labios de la
tierra...
Y un temblor en sus pupilas
silencia un grito inocente,
que estalla en lunas
de guerra.
Se apaga el alba en su cara,
y los metales del miedo
van prendiendo
su condena.
Arde el sol en largo canto,
pájaros de noche en vela
anuncian duelo
infinito.
Es silencio, rito y flecha
y en la faz de los ancestros
retumba el tambor
herido.
Reto de luces y sombras,
negro clamor milenario
en el alma de aquel
niño.
Pobre y frágil mariposa,
que se consume en la llama,
que le va marcando
el tiempo.
Cerca de la muerte aguanta
prendida en la flor marchita,
que le regala
su aliento...
Es jinete de un suspiro,
cabalga en la noche herida
entre corceles
del viento.
Y ángeles de amor retornan
con rojas lanzas de sol,
que apaga el duelo
infinito.
Y los pájaros son alba,
que van cantando el paisaje
con los colores
en grito...
De esa lágrima que escapa,
como frágil mariposa,
desde el alma de
aquel niño.
Dedico este poema a Marek en agradecimiento por
la belleza de sus imágenes, que pone a nuestra
disposición generosamente.
Mi abrazo y mi ànimo, compañero.
la belleza de sus imágenes, que pone a nuestra
disposición generosamente.
Mi abrazo y mi ànimo, compañero.
Madrid 27-febrero-2013
M.Jesús Muñoz