viernes, 27 de agosto de 2021

EL ARCO DEL DESTINO...


 Dispara, frío, el arco del destino,
rasga la piel quebradiza del tiempo,
que voltea los pasos del reloj.
Enreda la memoria y el olvido,
confunde la luz, la lluvia y el viento
y estalla un big bang en mi corazón.

 En mi corazón se dibuja el mapa
donde busco tu tierra y tu camino,
perdida en ríos, bosques y desiertos.
Descubro el tiempo en mi reloj del alma
es paciente y constante peregrino,
que sigue la flecha del sentimiento.
 
Mi sentimiento apunta al infinito,
donde conviven tu estrella y tu sueño,
deletreando tu cielo y tu tierra
Abrazando tu grandeza de niño,
que en la noche se enciende verso a verso
y alumbra la eternidad del poema.
 
Poema que nos acerca y aleja.
Son veinte mil kilómetros por medio
y veinte centímetros por whatsApp
Ahí estás vigilante y alerta
superando la distancia y el miedo,
sobreponiéndote a la inmensidad.

 Inmensidad que recorre al instante
mi fe y la magia de la sincronía
como una flecha entrañable de luz
Enciende voluntades en el aire,
acerca  las palabras y  la dicha
y son bandadas en el cielo azul.

 Azul el cielo y oro en tu mirada,
donde respira el corazón del sol,
que sabe de afanes y soledades.
Apuntando en silencio a la diana
ayer era un sueño, hoy es amor:
tu preciosa Sofía, cara de ángel.

 Un ángel en tu vida y tu destino,
dándote tiempo y oportunidad
para superarte en cuerpo y en alma.
A la cima, subiste, del abismo,
resiliencia que me hace respirar
y sentir la Providencia en tu entraña.

Entraña que mirando al infinito
sueña civilizaciones y estrellas,
que en la noche australiana te acompañan,
te dejan su bendición y su brillo
transformando en alegrías tus penas
y tus sueños en regalos del alba.

 

 

Imagen de Google: Brisbane, Australia.

Corral de Almaguer 27- agosto-2021

M.Jesús Muñoz


miércoles, 4 de agosto de 2021

MAESTROS DEL TIEMPO...


 Árboles centenarios, guardianes del silencio.
Desfile de sabios, que custodian el camino 
y tocan el cielo;
extienden sus manos abiertas,
recogen las hojas añejas del tiempo,
tristezas sin nombre,
lágrimas secas
y sueños perdidos en la canción del viento.
Han formado una pira, que se eleva al universo
para ser oración y paloma de vuelta.


Bandada de pájaros, acariciando el ocaso.
Ángeles de la inocencia, tintando el azul de blanco;
tocan el guiño de la mentira,
la calle del desengaño
el beso de la traición,
y la dignidad herida y perdida.
En el alma abren alas, que limpian,
curan y renuevan
la mente y el corazón.

 

Narcisos de los poetas, águilas de la cumbre.
Monjes, alquimistas del desierto y la soledad;
otean  el vuelo de la duda,
el serpenteo del miedo
la guarida de la desconfianza
y el veneno del rencor.
Se lanzan en picado, toman la presa,
la inmovilizan, dejando un rastro
de voluntad y fortaleza.


Nubes blancas, magas de la imaginación.
Soldados del viento, constructores de la paz;
intuyen la palabra que hiere
el rayo que fulmina,
la flecha que caza
y la bala que mata.
Difuminan el asalto y la estrategia,
deshacen el ataque y la pista
y borran la trayectoria de la tormenta.


Presencias, ojos cercanos, eternos.
Guardianes entrañables del destino;
observan el espejismo y la sombra,
el desánimo del peregrino,
los pasos confusos, lentos
y la cercanía de la trampa y el abismo.
Extienden el mensaje que mueve y conmueve,
canto de silencio, que alumbra el grito
y la intuición enciende.

 

 Imagen de Google.
Corral de Almaguer 4-agosto-2021
M.Jesús Muñoz