Las calles
de
un
cuento...!
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Cielo gris, humedad y silencio en la calle. La gente camina tranquila, confiada, como si el tiempo no existiera. Desde los edificios nos miran cientos de ventanas curiosas y expectantes. Las fachadas exhiben armonía de colores azules, verdes, grises, dorados. Son casas antiquísimas con solera, fuerza y aguante. La madera permanece intacta, retando al frío y a la lluvia, que cae con respeto y cierta veneración, temerosa de romper la paz.Varios trenes salen de la estación central y recorren la ciudad, mientras algunos ciclistas nos rozan, libres y alegres sin salirse del carril. La ciudad se mueve despacio, deteniendo las horas, que se llevan la luz y anochece deprisa, muy deprisa...
Hay un misterio, que es magia y encanto, se desprende de los puestos de flores y frutas, que dialogan con el edificio neogótico del ayuntamiento, recordando viejas historias aldeanas. Las farolas con luz tenue escuchan atentas. Es de noche y el viento alpino nos trae las voces de una campana, presagiando la Navidad. Muchos niños se paran en los escaparates observando el Belén de muñecos articulados...QUÉ BONITO ES...! La iluminación de las fachadas cambia sus tonos y nos hace soñar con los cuentos de hadas.Princesas, caballeros y duendes se esconden en los portones, en los arcos, en las torres, que disimulan y se ríen pícaramente de nuestro asombro.
Las casas fabricantes de cerveza,ahora restaurantes selectos, ofrecen variedad de platos, que lustrosas camareras, ataviadas con trajes típicos, sirven con agrado y disposición.Los tiroleses ponen sus notas musicales al servicio del consumidor,que agradece el detalle, mientras saborea la suavidad de la cerveza.¡¡Qué buena y no se sube a la cabeza...!!!
A las doce de la mañana, el reloj de la torre del ayuntamiento, pone en marcha su famoso Carrillón con unas notas musicales.Figuras de la realeza y bailarines tallados giran en torno a los reyes.Es todo un espectáculo.Hace frío, pero no importa, la gente llena las calles el sábado y el domingo. Tranvías antiguos van pintando el paisaje, alternándose con algunos coches de elegante diseño. La calma vuelve a templarse, bajo el cielo gris, con los colores de los mercadilllos, las madrugadoras panaderías, las tiendas de artesanía y de instrumentos musicales, que permanecen con sus señas de identidad en pleno centro. El escudo del "monje" fundador de la ciudad cuelga en portales y edificios.
Librerías, libros y más libros. Museos completos e inacabables enganchan a los amantes de la cultura y a los turistas.Palacios, monumentos griegos y romanos, testigos de la historia, velan y duermen incansables.
Los parques con sus riachuelos, sus árboles centenarios y sus caminos, abren sus brazos regalando vida...¿Cómo he conseguido olvidar mis piernas y el cansancio...?¿Será que el aire presta energía y ánimo...?
Luisfer nos guía y nos pone en contacto con los muniquenses. Se ha adaptado de maravilla y vuela con su bici, orgulloso de alternar el estudio, el trabajo y sus amigos alemanes.
El tiempo se va y desde la ventana del hotel, vemos los trenes despedirse por las vías...La vida pasa y va dejando un eco de esperanza.Volvemos a Madrid con Múnich en el corazón. Nos ha conquistado con su tranquilidad acogedora, su respeto, su orden, su tradición y señorío. Ha sabido unir el pasado y el presente armoniosamente...No, no siento pena, ni nostalgia por irme. Múnich me ha tendido su mano y su invitación para otro día...Y si Dios quiere acudiremos a la cita...!!
Madrid-25-noviembre-2010
M.Jesús Muñoz