sábado, 25 de noviembre de 2017

DESDE LA ATALAYA DEL TIEMPO...


Desde la atalaya del tiempo
se siembra la semilla de la vida,
la seda de la infancia,
el collar de la juventud
y el abrigo de la madurez.
Se abre en perspectiva el pueblo,
la ciudad y el mundo.
Se ven sus calles,
se oyen sus voces
y se viven sus costumbres.
Se hace nuestro el camino,
el paisaje y el recodo.
Y sentimos el canto del sol,
el baile de la rosa
y el sueño de la luna.

Desde la atalaya del tiempo
recogemos el fruto de la vida,
doblamos la seda de la infancia,
guardamos el collar de la juventud
y vestimos el abrigo de la madurez.
Abrazamos el pueblo,
la ciudad y el mundo.
Acariciamos sus calles,
sus voces y sus costumbres.
Nos sentimos camino,
 paisaje y recodo
y reinventamos cada día
el sol, la rosa y la luna
en la mente y el corazón.

Desde la atalaya del tiempo
observamos el paso de las nubes,
que cuentan historias y recuerdos.
Van de la mano de las estaciones,
que nacen y mueren.
Y sin darnos cuenta nos volvemos
nube y estación,
recuerdos e historias,
que mueren y nacen de nuevo
al amor incondicional.


Imagen: Lago de Schilier, Múnich.
Madrid 25- noviembre-2017
M.Jesús Muñoz

jueves, 9 de noviembre de 2017

NOVIEMBRE NOS MIRA...


Noviembre acaricia las flores del cementerio,
que retan al tiempo, sonríen al sol
y se duermen con la luz mortecina
de la tarde, soñando eternidades...
Juega entre nubes grises y se viste
en la noche de oscuras túnicas,
susurros y voces de misterio

Noviembre corre como un gato por los sarmientos
desnudos de tu parra y ronrronea
en la ventana pidiendo viandas.
Acaricia las cuentas de un rosario
infinito que tus manos siguen
pasando, con constancia y entrega,
 por encima del tiempo y la distancia.

Noviembre nos mira pidiendo verdades,
escala los cipreses de la mente,
buscando dudas, temores y miedos,
que nos impiden tocar la cumbre.
Otea nuestra belleza efímera
y nuestra pequeñez humana,
hallando la mágica humildad,
que nos transforma y eleva.

Noviembre toca el frío del corazón,
prendiendo emociones, que nos proyectan,
como lluvia fructífera y generosa
hacia la tierra del futuro inefable.
Sujeta en su mano la muerte y la vida,
que cuelgan sobre nosotros y nos alientan
a ser, a crear puentes, saltando
hacia la grandeza del espíritu.


Imagen: cementerio de Corral de Almaguer.
Madrid 9-noviembre-2017
M.Jesús Muñoz.