La luz prende el pedaleo,
arde el ritmo y la ilusión
en los ojos y en el pecho,
que se eleva en ascensión,
olvidándose del tiempo.
Mientras sueña el corazón
va tocando tierra el cuerpo
y ensaya vuelo el amor,
que abre sus alas, etéreo,
planeando su canción.
Un coro de sentimientos
van pintando en el paisaje
bellos baobabs eternos,
que le custodian el viaje
con fortaleza y aliento.
Y ligero de equipaje,
adelante cara al viento,
hombre con alma de ángel,
crece su sentir etéreo,
su grandeza y su linaje.
Mi gratitud por las imágenes al blog:
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Madrid 30 de junio del 2015
M.Jesús Muñoz